viernes, 25 de junio de 2010

Han pasado 25 años desde...

Han pasado 25 años desde que entré en el colegio El Limonar, como el chico nuevo que venía de Granada. Esta mañana fui a ver a mi antigua profesora de historia y no me reconoció. Preguntó, ¿Eres antiguo alumno? ¿O eres padre de alumno? Estaba muy perdida y no me ubicaba. Entonces le dije:
-Vengo a recoger mis notas de 1987.
En ese momento se le iluminó la expresión y tras unos segundos profunció mi nombre ¿Jaime? ¿Eres tu? Pero si estás delgadísimo y muy cambiado. Hablamos un par de minutos y le mostré mi último logro conseguido en forma de novela publicada. Sus palabras lo decían todo. ¡Cómo has progresado! Me dijo que tenemos que hablar, pero sin prisas que la pillaba entregando las notas de fin de curso.
Me ha dado mucho vértigo pensar en aquellos años en los que estudie en El Limonar, con aquellas dos profesoras que dejaron una huella imborrable en el estudiante de quince años que era yo y que llegaba nuevo al colegio: dos profesoras.... la que enseñaba historia mejor que nadie y que enamoraba a más de un alumno, y la de matemáticas, que desde que me trasmitió sus enseñanzas empecé a amar esta asignatura y a darme cuenta que no se me daban nada mal.
Entre lo poco que he podido hablar con mi antigua profesora de historia, me ha dicho que sería interesante tener la novela en el colegio para que la lean los alumnos de bachillerato. Y para mi sería un honor y una alegría indescriptibles, sobre todo, si pudiera compatir algun rato con los alumnos y charlar con ellos de la historia de Corazón de mudanza.

jueves, 24 de junio de 2010

Vivo en mi cuarto de baño, por Victor A. Vergara

Hoy tenemos la suerte de leer un relato que un amigo me ha prestado para el blog.
Vivo en mi cuarto de baño. Hace algunos años decidí que era lo mejor para escapar del mundo. A pesar de conocer mucha gente nunca me sentí parte de nadie. Pensé que tal vez el mundo no estuviera hecho para mí.
Durante el día me miro en el espejo durante horas. La vista se me cansa y veo borroso, se me tuerce y temo que no recupere el rumbo. Por las noches salgo de mi encierro voluntario y busco por la casa las cosas que me hacen falta. Saqueo la cocina, tomo prestados algunos libros. Al principio se escuchaban gritos pidiéndome explicaciones. Creo que ya se han olvidado de que existo. Duermo en la bañera, con un montón de toallas apiladas a modo de colchón. A veces comparo mi vida con la de los animales del zoológico, pero sin visitas. Vivo por la inercia del hambre que me induce a buscar comida.
En el mundo me pegaban. Creo que planeaban cómo destruirme. Me encerré aquí por el miedo a no existir, el miedo a algo parecido a un sueño eterno. Nunca comprendí cosa posible.
Me entretengo también pensando que alguien viene a visitarme. Tengo la foto de una mujer que despierta en mí cierto placer. La pongo en el poyete de la bañera y le pregunto qué tal el día. Imagino un jefe con caspa que la tienta, unos compañeros a veces amables. Imagino que me dice te echo de menos. Algunas noches, antes de dormir, le pido que se quite la ropa. Puedo imaginarle una ropa interior diferente cada día. Después sale de la foto y me acompaña en la bañera. No me gusta contar lo que sucede a continuación.
Cuando intento recordar la vida fuera de estas paredes todo aparece desdibujado, lleno de sombras. Me horroriza pensar que he hecho algo mal; puede que sea otra de las razones por las que me fui, no estoy seguro. Mi laberinto es un cuarto de baño que no tiene bifurcación alguna. Como el mundo. Puede que para estar aquí, derrapase en algún pensamiento, alguna de las curvas de mi cerebro. Todos estos pensamientos se acaban cuando recuerdo qué hora es. Escucho voces todos los días. Yo las niego una y otra vez, no puedo aceptar esa realidad. Me siento por encima de todos ellos.
Victor A. Vergara

miércoles, 16 de junio de 2010

Por los Baños del Carmen y los Astilleros Nereo

Hoy quiero escribir sobre El Balneario, un espacio especial y querido por muchos malagueños, a pesar de ser un lugar decadente y abandonado. Para los que no lo sepais se inauguró en 1918 como balneario hasta que que el paso del tiempo y la falta de un mantenimiento adecuado hicieron que tuviera el aspecto actual. Se encuentra en Pedregalejo, una de las zonas más bonitas de Málaga. El edificio con sus columnas junto al mar, forman una imagen mil veces fotografiada. Aun tengo que hacer las fotos que irán con esta entrada, pero quería compartir con vosotros el grupo que he creado por la defensa de estas instalaciones que el Ayuntamiento parace pretender destrozar en una reforma en la que derribaría los Astilleros Nereo para crear un parking y un edificio cultural.

domingo, 6 de junio de 2010

40ª Feria del libro de Málaga, Corazón de mudanza


Esta semana he tenido mis dos primeras experiencias en la Feria del Libro. El jueves firmé ejemplares en la caseta de la libreria Cincoechegaray, fue algo nuevo e interesante, eso de sentirse en un escaparate al aire libre, con la gente pasando y observando más a tu libro que a ti mismo.
Y el viernes presenté la novela en la Libreria Luces, donde me trataron de maravilla, me sentí muy arropado y Marga Souviron hizo una presentación muy brillante y con unas lecturas sobre la obra que motivaron un entretenido y posterior debate.
Me hizo especial ilusión volver a ver a Antonia, amiga desde hace casi una década y a la que no veía desde no sé cuándo.
También vino María, desde Córdoba, amiga desde que Estambul nos presentó en 2008, que vino en un viaje relámpago para asistir al acto y es la fotógrafa de la foto de arriba.
Y por último Nuria, compañera de 2º curso de Francés y nueva amiga, que vino bien acompañada por un joven muy simpático. También vinieron otros amigos y eché de menos a algunos que me hubiera gustado ver.
Luego hubo libros vendidos y muchas dedicatorias que firmar. María (otra María) y sus compañeros de Luces, me trataron como a un rey y estuve tan agusto, como pocas veces me he sentido en una presentación. Me sentí como en casa. ¡Mil gracias por un dia memorable!